Lo primero que uno siente al llegar a la Fundación Pilar y Joan Miró en Mallorca es un ligero sentimiento de envidia: Envidia por lo privilegiado del enclave, un balcón sobre el Mediterráneo rodeado de pinares, envidia por haber conseguido que Josep LLuís Sert proyectara su taller, creando una obra que ya forma parte de la historia de la arquitectura y envidia por haber conseguido todo esto dedicándose a su pasión.
Bocetos de Miró sobre las paredes de Son Boter
Pero la envidia pronto se torna en agradecimiento cuando uno se da cuenta del privilegio que supone sumergirnos en este mundo privado y de trabajo que se convirtió en hogar del artista hasta su muerte.
Miró adquirió esta propiedad en 1956 y en ella construyó su residencia Son Abrines (hoy demolida por uno de sus nietos para construir una casa de estilo contemporáneo) y el famoso estudio Sert. Con los años compraría también la propiedad anexa de Son Boter, donde estableció su taller de grabado. Estudio y talleres fueron donados a la fundación que años después encargaría a Rafael Moneo el proyecto del edificio que acoge los talleres, oficinas, tienda y área de exposiciones de la sede de la fundación.
Los tres edificios, sumados a la colección de pinturas, esculturas y objetos personales de Miró convierte a este complejo en una visita imprescindible para curiosos y amantes del arte y la arquitectura.
EL ESTUDIO SERT
Exterior del estudio de Joan Miró en Mallorca proyectado por Sert
Una joya de la arquitectura moderna. Fue proyectado por Josep LLuis Sert en los años 50, uno de los mejores arquitectos españoles que por aquellos años estaba exiliado en Estados Unidos e inhabilitado para el ejercicio de la arquitectura en España ¿y entonces? ¿Cómo pudo ser el encargado y artífice del proyecto?
Miró y Sert eran amigos. Se conocieron en Barcelona en los años 30, donde el arquitecto catalán participaba activamente en varios grupos que promovían el arte de vanguardia. Además de en el GATEPAC , Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea , Sert colaboraba en las actividades del grupo ADLAN organizando exposiciones, encuentros y sacando diversas publicaciones. En 1934 le encargaron a Miró 2 “pochoir” para el especial de navidad de la revista “D’Ací i d’Allà” yuno de ellos sería elegido para la portada. Aquí empezó una amistad que se mantendría de por vida.
En 1939 la historia de España viró su rumbo y Josep LLuis Sert, arquitecto afín a La Republica (fue el autor del pabellón de la republica española en la expo de París de 1937) tuvo que exiliarse. El franquismo le había inhabilitado para el ejercicio de la arquitectura y se trasladó a Estados Unidos. Por la época en que Miró empezó a pensar en construir su estudio Sert era profesor en Harvard y un reconocido arquitecto.
En estas circunstancias y pese a ser amigos, ¿Cómo iba a Miró a pedirle a Sert que proyectara su futuro estudio? Gracias a la correspondencia que se conserva, sabemos que fue Pilar,la mujer de Miró, la que escribió a Sert pidiéndole que diseñara el taller a su marido. El hermano de Pilar, Enric Juncosa era arquitecto y fue el encargado de dirigir las obras en Mallorca basadas en los bocetos y planos que enviaba Sert.
Miró deseaba un gran espacio donde poder realizar murales y obras de gran tamaño. El resultado es una obra de gran plasticidad, que explota recursos propios de la arquitectura vernácula, como la bóveda catalana y los revestimientos cerámicos y que recuerda a las obras de Le Corbusier en Amedabad. Sert creía en la arquitectura como compendio de las artes, el color se ha utilizado con maestría de pintor y los lucernarios de la cubierta le dan al volumen un aire escultórico. Dicen que el nuevo espacio de trabajo intimidaba tanto a Miró que tardo más de 3 años en acabar su primera obra allí, un mural con el que pagaría a Sert por su trabajo.
Interior del estudio del artista
Actualmente puede visitarse el exterior y la planta baja, pero no recorrer su interior (se ve desde el acceso) El espacio del taller está repleto de pinturas, dibujos y muebles expuestos como si de un escaparate se tratara. Nos llamó la atención una estantería que atesora una colección de objetos personales y recuerdos de Miró muy singulares: figurillas de artesanía, recortes de periódico, postales que fue recopilando a lo largo de su vida y le servían de inspiración para sus obras.
SON BOTER
En el 59 Miró recibe el premio Gugenheim por el mural Noche y día realizado para la sede de la UNESCO en París. El premio va acompañado de una generosa dotación económica que Miró destina a compra Son Boter, finca y casona del s.XVIII estilo mallorquín en la parte superior de los terrenos del estudio. Aquí montó su propio taller de grabado, evitando tener que desplazarse a París o Barcelona para hacer sus obras.
Lo más curioso de esta casa es ver los “graffitis” que el artista realizaba en las paredes de la casa, bocetos de futuras obras y que a los ojos de un profano recuerdan más a una gamberrada infantil que al germen de una obra de arte. La casa es oscura y húmeda, todo lo contrario que el luminoso estudio encargado a Sert.
Paredes de Son Boter «graffiteadas» por Miró
En nuestra visita vimos que son pocos los que se acercan a Son Boter, quizás por la falta de indicaciones pero merece la pena por lo que de inmersión en el mundo del artista supone y por las fantásticas vistas que se contemplan desde la finca.
SEDE DE LA FUNDACION PILAR Y JOAN MIRO
Entrada a la sede de la fundación diseñada por Moneo
Miró nunca llegó a conocer este edificio inaugurado 9 años después de su muerte. Parece que fue Pilar Juncosa la que eligió a Rafael Moneo como arquitecto y a la vista de los resultados fue un acierto absoluto.
Moneo supo entender la esencia del lugar y proyectó un edificio adaptado al terreno y que mantiene la esencia del recorrido que Miró disfrutaba cada día camino a su estudio y talleres .Desde el acceso, el edificio es apenas un muro donde se abre un enorme ventanal que enmarca el Mediterráneo sobre una lamina de agua y ahora presidido por una de sus “maternidades”.
Sin embargo, nos pareció totalmente equivocada la posición de la tienda de recuerdos, a los pies de la escalera que da acceso a la zona expositiva, hecho que pretenden solucionar con la futura ampliación.
La zona expositiva nos gustó mucho, en contraposición a las salas neutras capaces de albergar cualquier tipo de obra, aquí encontramos un “traje a medida” diseñado para ensalzar la obra de Miró en una sucesión de espacios enlazados que van revelándose según se avanza. Hay una selección de esculturas, pinturas y dibujos, la mayoría de los años que Miró pasó en Mallorca.
El museo es más pequeño que el de la fundación Miró en Barcelona y aunque dependiendo del interés de cada uno la zona de exposiciones se ve rápido. En los jardines exteriores hay estanques con tortugas, esculturas ,una zona cubierta ideal para descansar un rato.
En total dedicamos casi 3 horas a la visita completa y es una visita que recomendamos a todos los que visiten Mallorca.
Salas de exposición de la Fundación Miró en Mallorca
texto y fotografías ©O Viaxadoiro, 2012