Que se casen unos buenos amigos siempre es motivo de alegría. Que lo hagan en Pavía a 30km de Milán es además una excelente excusa para visitar la ciudad más emblemática del Norte de Italia.
Interior de las galerías Vittorio Emanuelle, donde se encuentran algunas de las tiendas más lujosas de Milán.
Se trataba de una boda de mañana con comida por lo que lo organizamos todo para alojarnos en Milán y desplazarnos desde allí en tren el día de la boda. Viajamos con la TAP desde Oporto y reservamos 3 noches en un discreto hotel muy cerca de la Estación Central. La situación era perfecta, al lado de la parada de autobuses del aeropuerto de Malpensa y a 30 minutos en tren de Pavía.
Llegamos a primera hora de la tarde y tras dejar la ropa de la boda bien estirada en el hotel nos fuimos a recorrer la ciudad.
El Metro en Milán funciona muy bien y nuestra primera parada fue la plaza del Duomo o catedral. La boca de la estación desemboca en la misma plaza mirando a la catedral: la imagen del templo es imponente y el entorno de la plaza acentúa aún más su presencia: las galerías Vittorio Emmanuele, el Palacio Real, la torre Velasca al fondo… Media fachada del Duomo está tapada debido a las obras de conservación. Eso nos decepciona un poco y en vez de hacer fotos de la catedral nos entretenemos dando de comer a la multitud de palomas que hay en la plaza.
Alimentando a las palomas frente al Duomo de Milán
Visitamos el interior, con capacidad para 40.000 personas y altura solo superada por la incompleta catedral de Beauvais. Es la “gran Obra” del gótico italiano y siempre ha sido muy criticada por su recargamiento de contrafuertes y pináculos. Su estilo es bastante inclasificable aunque la mayoría de los autores la incluyen dentro del gótico o del tardío con detalles renacentistas. Está construida en ladrillo y revestida en mármol rosado y su fachada no se terminó hasta el S.XIX (algunos detalles se remataron en el s.XX.)El punto más alto está coronado por La Madonnina, virgen de cobre dorado muy querida por los milaneses.
Catedral de Milán coronada por la Maddonina
Para mi gusto, lo mejor es la innegable presencia física del templo acentuada por la plaza que la precede y la espacialidad conseguida en el interior a base de robustos apoyos que colocan las bóvedas a una altura impresionante.
Tras visitar el interior subimos a la cubierta, el mejor sitio para ver de cerca “el bosque de pináculos”, capiteles y agujas y apreciar la ingente cantidad de estatuas que pueblan el templo. Resulta un poco raro ver a tanta gente paseando por los tejados, pero la subida merece la pena.
Paseando por los tejados de la catedral.Curiosa e interesante experiencia.
Tras la catedral paseamos un rato por las galerías Vitorio Emmanuele, donde las marcas más glamurosas como Prada se mezclan con otras más asequibles, tipo Máximo Dutti. Nos sorprendió la cantidad de italianos que vimos comprando y con bolsas de la cadena española.
Bóvedas y cúpulas acristaladas introducen la luz en las galerías Vittorio Emanuelle.
Al final de las galerías está la Plaza de la Scala, con el famoso teatro, cuyo interior no pudimos visitar y nos dedicamos a recorrer las calles de esta zona, conocida como la milla de oro por concentrar muchas tiendas de lujo: joyerías, ropa y zapatos de las mejores marcas, complementos… todo a precio “de oro”. Pronto descubrimos que los cafés de esta zona no son aptos para bolsillos humildes: seis euros nos cobraron por consumición en un local normalito, la cocacola más cara que he tomado en mi vida.
Escarmentados decidimos desplazarnos a la zona de los Naviglio para cenar. Tras 10 minutos andando llegamos a un barrio encantador atravesado por canales. Los Navigli fueron construidos en el siglo XII para facilitar la entrada de mercancías en la ciudad. Están conectados con los ríos Ticino y Adda y aún puede apreciarse el sistema de presas de agua ideado por Leonardo Da Vinci a finales del siglo XV.
Zona de los Navigli de noche.Todo un descubrimiento y muy recomendable por ambiente y precio.
Solo por esto ya merece la pena acercarse a este barrio, pero nosotros descubrimos un buen motivo para hacerlo al atardecer: está repleto locales de todo tipo que ofrecen la llamada “hora feliz”, aquí consistente en un buffet frío incluido en el precio de la consumición. No es que la comida disponible sea una maravilla pero es una buena manera de cenar por poco dinero a base de bocadillitos, untables y ensaladas. Fuimos a dos o tres locales haciendo una ruta y con la noche bastante avanzada regresamos al hotel en metro. Al día siguiente teníamos boda en Pavía y estábamos ansiosos por ver a los novios y disfrutar de la fiesta… ¿se podrán pedir favores al Padrino?
texto y fotografías ©oviaxadoiro 2011