Crónica de un día que empezó con la espectativa de un largo viaje y acabó en casa de unos mayas quemando un diablo.
Tras visitar Tikal al norte de Guatemala, nuestro siguiente objetivo eran las cascadas de Semuc Champey para lo que nos unimos a uno de los shuttles que hacen la ‘Gringo Route‘*
En el minibus nos juntamos con varias caras conocidas. Mis ‘amigos’ alemanes, las chicas ‘muy rubias’ del templo IV, el chico francés que hablaba español…Empieza a haber cierta familiaridad entre nosotros y eso se nota en los saludos y sonrisas al volver a vernos.
Entre las caras nuevas están una pareja de japoneses hipertecnológicos y dos enfermeros de Zaragoza, con los que nos pasamos medio viaje charlando.
Fueron ellos los que nos contaron que ese día, 7 de diciembre, se celebraba la Quema del Diablo, una fiesta parecida a nuestro San Juan en la que los chapines barren sus casas y meten lo barrido dentro de un diablo de papel que queman a las 7 de la tarde.
El epicentro de esta tradición es Cobán , en Alta Verapaz y eso era sencillamente genial ya que hacia allí era a donde nos dirigíamos ¡Ni que lo hubiéramos planeado!
Serían las dos de la tarde cuando llegamos a Cobán, una ciudad bastante grande donde la decoración navideña se mezclaba con las hileras de diablos de papel a la venta. No pudimos (ni quisimos) resistirnos y compramos uno hermoso con el número 7 pegado en el pecho: 7 del día de diciembre que era, 7 de la hora a la que había que quemarlo y 7 de los quetzales que costaba.
Cuando llegamos al minibus con el «diablico» como decían los zaragozanos causamos sensación.Todo el mundo (incluidos los alemanes) querían hacerse fotos con el y saber cuando lo íbamos a quemar.Parecía que aquel muñeco ayudaba a hacer amigos, o al menos eso pensábamos en aquel momento…
Tras Coban, vino la parte más dura del recorrido.La carretera a Lanquín no está asfaltada y tiene unas curvas de vértigo, de esas que cierras los ojos al cruzarte con otro vehículo.Este tramo se hizo un poco pesado pero llevar al diablico en brazos y pensar en la fiesta que habría esa noche nos animaba.
A las 5 de la tarde, mas o menos, el minibus nos dejó en Lanquín , la población mas cercana a las cascadas y donde hay algún alojamiento sencillo.
Habíamos llegado hasta este remoto lugar sin tener hotel reservado, lo que unido al hecho de llevar un diablo rojo de papel de casi 1 metros de alto nos convirtieron en la presa mas preciada del autobús.
Los captadores de turistas empezaron a hablar todos a la vez y nos decidimos por el Retiro Lodge que por lo que habíamos leido en TripAdvisor era de los más tranquilos de la zona.
Este hotel era también el elegido por las chicas rubias así que nos subimos con ellas a la parte trasera de una pick-up en el que iba a ser nuestro primer trayecto «surfeando baches».
Recuerdo que cuando subí a la parte de atrás de la furgoneta Jorge me miró con cara de tu estás loca y me dijo -¿pero que haces? ¿No pensarás ir ahí? pero «Surfear baches» fue muy divertido.
Íbamos los 4 de pie, agarrados a las barras de la pick-up dando botes y a toda velocidad en una de esas situaciones en las que los adultos temen por su vida y los niños se divierten.Nosotros optamos por lo segundo y llegamos al hotel muertos de la risa, con la adrenalina a tope.
El diablo fue de nuevo el centro de atención para huespedes y empleados del hotel.
Mientras reservábamos una cabaña para los dos, en el hotel decidieron que esa noche habría fiesta y quemaríamos el diablo.Nosotros estábamos encantados de compartir a «diablico», así que el plan nos pareció fantástico y dejamos el muñeco colgado en recepción esperando a que llegara su hora.
Mientras anochecía nos fuimos al bar del lodge a contratar el wifi , que en este hotel era de pago, y a tomar unas cervezas.Pasó el tiempo y empezamos a oir el estallido de voladores que venía del pueblo.
En el hotel todos sabían que estábamos en el bar esperando para la quema, así que nos pareció raro y Jorge subió a averiguar que estaba pasando.Ya eran más de las 7.
Lo que sucedió a continuación fue surrealista además de muy desagradable.
Apareció el ¿dueño? del hotel diciendo que de ninguna manera iba a quemarse allí un diablo (la idea de hacerlo allí fue de los ¿empleados? del hotel, no nuestra que teniamos pensando ir al pueblo a hacerlo…) , que esa tradición en este pueblo no existía (mientras se oían los voladores del pueblo a 2 km de distancia…) y lo que es peor, acusando a Jorge de ser un irresponsable por semejante idea que podía hacer arder todo el hotel (en el propio hotel había una fogata donde estaban preparando una barbacoa estilo americano, que SI debe ser tradicción de la zona…)
El cabreo fue mayúsculo y los que habían propuesto quemar allí el diablo miraban para otro lado como si aquello no fuera con ellos.
La divertida historia del diablo que hacía amigos estaba empezando a convertirse en todo lo contrario.
Jorge vino a buscarme al bar y ya en plena noche salimos del hotel con un diablo debajo del brazo en busca de un lugar donde quemarlo.
No se veía nada y estaba todo lleno de charcos.
No paso mucho hasta que volvimos a oir voladores y vimos una hoguera.Un niño pequeño con rasgos mayas sonrió y aplaudió al vernos
¡un diablo para quemar!
¡Aquí, aquí!
¡Echarlo en mi hoguera!
Y nos llevó hasta lo que suponemos que era la casa de su familia.
El cabreo se nos pasó de golpe y echamos el diablo a la fogata.Su familia, muy numerosa por cierto, nos miraba desde el porche de la casa y no paraba de reírse.No entendíamos que podía hacerles tanta gracia…
El niño parecía decepcionado y nos miraba con cara extrañada.Al final habló uno de los hombres de la casa
-¡Pero,ese diablo no tiene voladores!
¡Hay que meterle voladores antes de quemarlo!
Y así fue como nuestro diablo ardió con mas pena que gloria un 7 de Diciembre en Lanquin. Creo que los mayas aún se siguen riendo…
Texto y fotografías ©Viaxadoiro 2015
*Miles de jóvenes de todo el mundo recorren cada año los lugares mas turísticos de centro America viajando de hostel en hostel con una mochila a la espaldas.Para los locales son los ‘gringos’ vengan de donde vengan y es gracias a ellos y a los transportes turísticos que han nacido para satisfacer su demanda que moverse por Guatemala es fácil, cómodo, seguro y bastante económico.
Los llaman shuttle o minibuses y son vehículos de 12-13 plazas con aire acondicionado y al menos todos los que usamos nosotros bastante nuevos y cómodos.En ellos solo viajan turistas. Pasan a buscarte a la misma puerta del hotel, previa reserva y suelen salir bastante temprano, para evitar estar en carretera de noche (instrucción de seguridad número 1 en Guatemala)
En el caso del trayecto Flores -Semuc Champey el coste fue de 150 quetzales cada uno (nos ofrecieron uno sin AC por 90 quetzales) unos 18 euros por un trayecto de 8 horas al que hubo que añadir 50 quetzales por ir a buscarnos a El Remate.
La otra opción sería el transporte público, pero dado que Semuc Champey es una espacio natural, bastante aislado de las grandes poblaciones llegar hasta allí se complica bastante.habría que ir a Cobán y allí subir a un minibús para hacer el último tramo de casi 2 horas por caminos de tierra.Un viaje mucho mas barato, pero también bastante mas incómodo, lento y haciendo trasbordos lo que hace practicamente imposible llegar a Semuc Champey desde Flores en el mismo día.