Una semana en Panamá.Día 4
Nixia y Mateo nos habían ofrecido cambiar de Isla Anzuelo a Isla Senidup por la mañana, así que desmontamos la tienda de campaña e hicimos las mochilas con parsimonia. Una vez listos, fuimos hacia el bar para desayunar, hoy sí, un desayuno completo, con sus huevos y su tortita.
Los argentinos y el español con su novia noruega, habían conseguido un bote que les llevara a Isla Iguana. Nos pareció buena idea unirnos a ellos así que llamamos a Mateo a ver si podíamos, pero esa isla ellos no la llevaban. A cambio, nos ofreció muy amablemente acogernos en su casa y conocer una isla donde viven realmente kunas, Cartí Tupile. Aceptamos enseguida, sobre todo porque no es un sitio nada turístico y teníamos curiosidad por ver como vivían de verdad.
Así que, sin nada más que hacer hasta las 6, nos despedimos de la expedición a Iguana y nos dedicamos a hacer snorkel en otra zona de la isla. Y… ¡menos mal! Fue toda una sorpresa !! Corales de todo tipo ,peces pollo ,loro, de todos los colores y bancos de sardinas de millones de individuos que se apartaban a nuestro paso y nos rodeaban respondiendo a cada movimiento que hacíamos.¡ El mejor snorkel desde que habíamos llegado! y estaba allí a 20 metros de donde instalamos nuestra tienda. ¿Cuántos secretos escondía la isla? Seguro que muchos más …
Al atardecer los pelícanos volvieron a pescar, de nuevo cercando a los peces y cayendo en picado con las bocas abiertas sobre el banco de sardinas.Los niños les tiraban piedras, no sé si por obstaculizar su pesca o simplemente para entretenerse.
Gil y Esteban cumplían las ordenes de Ruso de cortar una palmera que estaba en un lugar peligroso.En cuanto cayó al suelo, separaron la hojas para las cabañas,los cocos para vender a los colombianos y cortaron el tronco en trozos mas pequeños, que usarán luego para hacer artesanía. De la palmera como del cerdo, se aprovecha todo.
«Estos cocos son para vosotros» ,dijo Gil, -«Gracias» le dijimos emocionados y agradecidos. Nos hicimos unas fotos con ellos y con la bandera de la cultura kuna antes de despedimos de nuestros amigos y de la Isla Anzuelo, ahora ya de alguna manera nuestra isla…
Cartí Tupile es una de las dos islas principales kunas, y en este caso donde tienen Nixia y Mateo su casa. No es una isla turística sino más bien una isla poblado donde viven unas 80 familias.
Las calles son muy estrechas y laberínticas, y seguimos como podemos a Nixia, que va saludando a todo el mundo, a mayores y a niños, para los cuales nosotros somos una novedad y nos persiguen sonrientes. Pasamos por la escuela, que es bastante grande, lo que se entiende al ver la cantidad de niños que hay, y por fín llegamos a la casa.
Esta casa está en expansión, y nuestra habitación que está en la entrada, hace las veces de dormitorio para cooperantes. Justo enfrente la habitación de nuestros anfitriones, y al fondo el comedor, ligado a la cocina y desde el que se puede ver el mar. Un hombre trabaja en el huerto, plantando todo tipo de plantas y árboles frutales para el consumo : papaya, mango, pan de fruta, y hasta palmeras cocoteras, que nos muestra orgulloso.
Mateo nos pide que por favor no hagamos fotos y dejo mi cámara en la habitación, no queremos perturbar a nadie, sobre todo a las mujeres de la isla que portan a los niños, recolectan los frutos y cosen los molas con sus vestidos típicos y a las que no les gusta que se las fotografíe.¡Una lástima! Pero lo entendemos.
En España cuando se visita a alguien lo normal es llevar una botella de vino para el anfitrión, así que nos ponemos a buscar algo parecido por la isla. Buscamos en tres tiendas distintas, pero por alguna razón no venden nada de alcohol. Al final el jardinero nos consiguió una botella de Seco Herrerano de la que dimos buena cuenta tras la cena con nuestros anfitriones.
A la mañana siguiente una niña de la aldea nos tenía una sorpresa, una particular bandera de la revolución Kuna. Al llegar a Cartí Tupile, le había preguntado a Nixia donde podía conseguir una, pero no quedaban porque a la semana siguiente era el aniversario de la revolución y todos los barcos tenían que llevar una. Pero la niña se había quedado por la noche para hacerme mi bandera, y se la pagué con gusto a pesar de que los colores no correspondían y que había algún que otro defecto. Ya es uno de mis trofeos mas queridos.
Y salimos pitando,con nuestras mochilas hacia el puerto de Cartí. Nuestra estancia en el paraíso se había acabado, y los turistas esperaban ya impacientes en el puerto, locos por embarcar con destino a su isla.