4 días en Mallorca
2ºdía de viaje
La oscuridad total, la gente calla de repente y se empieza a oir la música de Alborada Gallega del maestro Caballero. Una barca al fondo se desliza suavemente sobre el lago y con su iluminación descubre el techo de agujas de la CUEVA DEL DRACH, dragón en mallorquín. Los pelos del brazo de punta, es realmente emocionante. Por un momento me imagino que el descubrimiento de las cuevas por parte del espeleólogo francés Martel en 1880 debió ser muy similar, en una pequeña barca con unos faroles sin poder hacerse idea de la inmensidad de la misma.
Aparecen otras dos barcas que parecen bailar con la primera y se reflejan sobre la superficie tranquila del lago Martel, que ahora parece un espejo.
Que la primera pieza del espectáculo sea un himno a Galicia no puede ser casualidad, «esto seguro que lo inauguró Fraga», pensamos los dos y nuestras mentes se llenan de imágenes cañís de los 60: Fraga en Palomares, Paco Martinez Soria en “la ciudad no es para mí” y a Alfredo Landa persiguiendo suecas en bikini por Benidorm.
Acaba la música y el anfiteatro se arranca con un estruendoso aplauso, suena la Barcarola de los cuentos de Hoffman y ahora nos recuerda a la película de Berlanga: “el verdugo”, cuando la guardia civil viene a por el protagonista, que trata de escaquearse a toda costa de su primera ejecución.
Ahora todo cuadra: se debió inaugurar en la época de Franco con Fraga como ministro de turismo!
Pues no, estábamos totalmente equivocados, la inauguración de las cuevas del Drach, tal y como hoy las conocemos ,incluido el espectáculo del lago, y la iluminación, obra del ingeniero Carlos Buigas fue en1935, en tiempos de la república española. Es decir, que el espectáculo se ha mantenido inalterable durante más de 75 años.
Una vez finalizado el espectáculo, se puede hacer un breve recorrido en barca por el lago o cruzar por una pasarela lateral que cruza sobre este. El recorrido de las cuevas dura 1:30h, nosotros decidimos ir en el primer grupo de la mañana, el de las 10:00, de lo que nos alegramos al salir y ver la oleada de autobuses que llegaban para el turno de las 12:00.
A unos 40 minutos de las cuevas del Drach en Portocristo se encuentra ALCUDIA, donde paramos en nuestro camino hacia Cap Colomer, en Formentor.
La característica principal de Alcudia es su muralla, que rodea un casco antiguo repleto de tiendas de ropa y artesanía. Nos gustó especialmente Sa Cisterna, especializada en productos mallorquines y con una muy buena selección de vinos en el sótano.
Calles de Alcudia
Desde Alcudia nos dirigimos al MIRADOR DE SA COLOMER o SA CREUETA que prometía unas buenas vistas de la costa Norte del Cabo de Formentor. Para llegar hay que seguir las indicaciones hacia el puerto de Pollensa y después hacia Cala Formentor. La carretera es empinada y sinuosa con unas vistas que tientan a mirar más a los lados que a la carretera.
En el mirador de Sa Colomer no se respira la tranquilidad de Alcudia, el aparcamiento se hace excesivamente pequeño para la cantidad de gente que pretende hacer una parada para contemplar las vistas, pero sin duda merece la pena hacer un alto para disfrutar de esta ventana al Mediterráneo que permite observar la belleza de este cabo mallorquín. Las escarpadas rocas se adentran en el mar una otra y otra vez, contrastando con el agua totalmente en calma, los colores son intensos y está todo salpicado de pinos. El paisaje que más nos gustó de la isla.
Vistas del mirador de Sa Colomer.Había muchísisma gente pero las vistas lo compensan.
Continuamos por la misma carretera en dirección a CALA FIGUERA buscando un lugar apartado para el baño. Esta es sin duda la cala más inaccesible de las que visitamos en Mallorca.
El acceso desde el aparcamiento es un camino de cabras, impracticable por momentos y agotador a las horas centrales del día, con el sol dando de lleno. Aún así el tortuoso camino de bajada mereció la pena cuando apareció ante nosotros una pequeña bahía con varios barcos fondeados con un pequeño pedrero en un extremo. Era un espectáculo ver a los niños y no tan niños saltar desde las rocas en piruetas inverosímiles. Pasamos aquí un par de horas, la mayor parte del tiempo en el agua que estaba buenísisma. Una pena la basura acumulada en la orilla, una vergüenza en un entorno tan privilegiado.
De vuelta al hotel aún tuvimos tiempo de hacer otra parada: LA NECROPOLIS FENICIA DE SON REAL.
Un jinete que nos cruzamos de camino
Hay dos maneras de visitarla, desde la finca pública de Son Real, donde incluso alquilan bicicletas para llegar a la misma o andando desde la playa de SON BAULO, que fue como lo hicimos nosotros. Son dos o tres kilómetros caminando por la arena para llegar a una acumulación de pequeños túmulos, casi en la orilla del mar. En algunos se distinguen sepulcros antropomorfos en el interior y merece la pena acercarse aunque sólo sea para disfrutar del paseo y el entorno.
Necrópolis fenicia de Son Boter
texto y fotografías ©oviaxadoiro 2011