Turquía 2004.2º día de viaje
«Ven, ven, quienquiera que seas. Vagabundo, idolatra, adorador del fuego, ven aunque hayas roto tus votos mil veces, Ven, y ven una vez más. la nuestra no es una caravana de desesperanza.«
Jalal ad-Din Rumi Poeta persa (1207-1273)
Nuestra segunda noche en Turquía la dedicamos a asistir a una representación de los DERVICHES DANZANTES o MEVLEVIES. Se trata de una orden sufí ó mística del islam que busca acercarse a Dios a través de la danza, la música y la poesía.
Lo que nosotros vamos a ver es la SEMA , una danza cargada de simbolismo y que nace en el S.XIII de la inspiración del poeta persa JALAL AL_DIN RUMI, también conocido como MEVLANA (gran maestro).
Pintura de unos mevlevies con sus instrumentos musicales
Para ello nos dirigimos a SAHURAN KERVANSARAY, una antigua posada de la ruta de la seda rehabilitada y acondicionada para la representación. Es importante destacar que aquí la SEMA es realizada por actores y no derviches reales pero nos han prometido que lo que vamos a ver es idéntico a la realizada por religiosos.
Ya en la posada nos invitaron a sentarnos en unas sillas de madera plegables entorno a un vacío que supusimos futuro escenario. Estamos en el antiguo establo donde antaño los comerciantes dejaban a sus camellos para reposar de las fatigosas jornadas de ruta y estamos prácticamente a oscuras.*
Poco a poco el sonido de una flauta da comienzo a la representación y van apareciendo ante nosotros un grupo de hombres ataviados con túnicas negras y altos sombreros. Es el comienzo de un viaje espiritual a la perfección que exigirá despojarse de lo terrenal simbolizado en las túnicas. Al quitárselas dejan ver unos vestidos blancos como un sudario, de largas faldas, y que muestran todo su potencial cuando los derviches empiezan a girar sobre sí mismos con expresión imperturbable como si sus cuerpos hubieran cedido a la fuerza de un poder superior que los hiciera girar y girar eternamente. Mientras giran señalan al cielo con una mano para recoger el poder de Dios y transmitírselo al mundo con la otra, que apunta al suelo.
Derviches girando
La SEMA dura unos 40 minutos, en los que se alternan danzas, improvisaciones de flauta, sonidos de tambor y se recitan versos del Corán. Cada gesto, cada sonido y hasta el vestuario tienen un significado místico: la flauta es un suspiro divino, el tambor la creación, el sombrero la lápida de los deseos…habría que ser un experto en tradición sufí para entenderlo todo y no es mi caso pero el acto tiene una fuerza y belleza impresionantes que hace que lo sientas, lo intuyas…salí de allí maravillada por la elegancia de los movimientos, embriagada por los sonidos y sobre todo contenta de haber ido.
Como ejercicio de descompresión antes de volver al hotel disfrutamos de un te turco y compartimos una vez más el narguile o pipa de agua.
* Durante toda la representación está totalmente prohibido tomar fotografías ya que los flashes enturbiarían el misticismo del acto. Las fotos de este artículo están hechas en un pase posterior a la representación ya con luz y exclusivo para tomar instantáneas.
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