Lo que os voy a contar no es una experiencia turística, aunque nosotros la viviéramos dentro de un viaje. Ni siquiera entra dentro de un paquete de turismo de emociones. No se compra , no se vende. Tampoco la busquéis en la sección “qué hacer” del Tripadvisor.

Unirse como voluntario al conteo anual de murciélagos de Mesoamérica es un privilegio. Hacerlo como nosotros, a la luz de la luna, en unas ruinas mayas cerradas al público y con la bellísima gente de la Asociación Hondureña en defensa del murciélago no tiene precio. Gracias chicos.

La primera vez que había oído hablar de “conteos de murciélagos” había sido esa misma mañana. La chica de la oficina de turismo de Copán Ruinas nos informó de que la Asociación Hondureña en Defensa del Murciélago buscaba voluntarios para un conteo que iban a realizar esa noche en las ruinas de Rastrojón, anexas a Copán.

La última vez que ese complejo, ahora en excavación, abrió al público fue el 1 de enero del año 2000. Había sido nada más y nada menos que el lugar elegido por el presidente hondureño para recibir el nuevo milenio.

Visitar un lugar secreto de noche contando murciélagos sonaba muy bien. Además tras dos semanas de viaje en pareja nos apetecía conocer gente así que apuntamos el lugar de la cita y a las 17:00 nos fuimos en tuc-tuc a la sala de conferencias del sitio arqueológico de Copán.

A la entrada había paneles explicativos con fotos de murciélagos y un pequeño grupo de gente.

Mientras empezábamos a aprender acerca de las bondades polinizadoras de los pequeños mamíferos voladores, uno de los chicos del grupo se acercó a nosotros. Jonathan nos explicó que iban a hacer una charla y una mesa redonda con ganaderos locales y que al caer la noche empezaría el conteo. Nos dijo que en toda Mesoamérica se hacía un conteo ese día y que en Honduras habían elegido ese sitio por Zotz, el dios murciélago, emblema de Copán. Nos invitó a unirnos a ellos.

Ya sentados en la sala de conferencias descubrimos que todo el equipo de voluntarios lo formabamos Kathy , una joven austriaca con los brazos llenos de tatuajes de murciélagos que había venido desde Utila expresamente para el conteo y nosotros dos. El resto de la sala la ocupaban dos jóvenes ganaderos y algunos miembros de la asociación.

Mientras esperábamos mi abuela, precupada tras conocer nuestros nuevos planes por Facebook,  nos advertía de que los murciélagos contagiaban la rabia y aprovechamos para cerciorarnos de que el contacto con murciélagos no salía en el formulario de aduanas de EEUU (el contacto con ganado SI).

La charla fue muy interesante y amena. Pusieron filminas de Drácula y Batman combinadas con imágenes de murciélagos reales.

Aprendimos que solo una pequeña parte de murciélagos chupan sangre, ya que la mayoría son frutícolas o liban flores, que hay cientos de especies, murciélagos blancos y sobre todo lo que más convenció a los ganaderos para respetarlos…¡Que sin murciélagos no hay Tequila!

Tras la charla y un instructivo debate con ganaderos afectados por murciélagos vampiro, Jonathan y el resto del equipo de expertos y voluntarios regresamos a Copán Ruinas a cenar y quedamos al caer la noche para recoger el equipo y prepararnos para el conteo.

A eso de las 20:00 nos reunimos de nuevo para ir al Hotel Clarion a recoger las redes, postes, radares, cámaras y demás parafernalia necesaria para “cazar vampiros”

Mientras caminábamos al sitio arqueológico de Rastrojón la emoción nos invadía. La pasión y amor que tenía todo el grupo por los murciélagos era contagiosa, el lugar mágico, la noche espléndida. La aventura estaba a punto de comenzar.

Continuará…

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